Cuelgue un Niño Jesús en su balcón
Por José Manuel Vidal
RD
Domingo, 16 de diciembre 2007
«Con las tradiciones navideñas tan bonitas que tienen, ¿por qué copian las nuestras, que sólo suenan a vacío y a comercio?», le preguntaron unos norteamericanos a Javier Leoz, párroco de San Juan Evangelista de Peralta. En aquel momento, al cura navarro, sólo se le ocurrió responder: «Quizás porque una gota de tinte negro es capaz de teñir un inmenso río». Pero allí mismo prometió poner en marcha una campaña de defensa y promoción de los símbolos cristianos de la Navidad tradicional.

Joven y dinámico, perfecto conocedor de Internet, don Javier lanzó su campaña por la Red: «¡Hagamos una gran movida! ¡La movida del amor de Dios que es la auténtica Navidad! ¡Adorna tu casa! ¡Hazlo por Dios y por la Navidad! ¡Pon a Dios en tu casa por Navidad». Y ofrecía reposteros con las imágenes del Niño Jesús, de la Sagrada Familia o de los Reyes Magos. Se trata de tapices o colgaduras de tela o lona lavable (100x140 cm), que cuestan 14 euros, para exhibir en balcones y terrazas. Y el número de teléfono de su parroquia para hacer los pedidos. Fue como tocar a rebato. Automática y multitudinaria, la respuesta llegaba de todas partes de España e, incluso, del extranjero. Y desbordaba las previsiones del párroco. En pocos días, los pedidos superaban los 10.000. Un mes después del lanzamiento de la campaña, ya han superado los 100.000 sólo en Navarra. Y los pedidos siguen fluyendo. Hasta cuentan con la bendición del arzobispo. Francisco Pérez asumió la campaña y dispuso que, en los atrios de la catedral, se repartiesen los reposteros a las familias pamplonesas. Y escribió una hermosa pastoral, advirtiendo de que «por mucho que se quiera secuestrar a Dios, jamás se podrá destruir». Porque «así como nadie puede apagar el sol, nada ni nadie podrá interponerse ante esta Luz que brilla más que el mismo sol». Al igual que su obispo, el párroco de Peralta está convencido de que hay un intento creciente de silenciar a Dios en estas fiestas. De sustituir la simbología católica por otra comercial y foránea. A base de postales de invierno, renos, trineos y Papás Noeles rechonchos y feos. Y mucho comercio y excesivo consumo. «En el fondo, lo que pretendemos no es erradicar al Papá Noel, aunque no nos guste. Lo que queremos es que todo el acerbo cultural, musical y religioso genuino y nuestro de estas fiestas no quede aniquilado por tradiciones que, con todos los respetos, no van con nuestra estética ni con nuestra mentalidad ni con nuestras raíces cristianas de siglos», explica Javier Leoz. Quizás por eso, la iniciativa del cura pamplonés se está extendiendo como una mancha de aceite por otras muchas diócesis españolas. Por Madrid, Almería, Canarias, Teruel o Sevilla. En la capital hispalense, le llaman los «paños del Niño Jesús» y fue el propio cardenal Amigo el que encabezó la iniciativa. Mandó colgar en el balcón de su palacio arzobispal un paño de dos metros de ancho por tres de alto con la imagen del Niño Jesús sobre fondo rojo. Sin publicidad, sin apenas medios, los reposteros se están convirtiendo en el pelotazo de la Navidad. Y Papá Noel se bate en retirada. La gente, creyente o no, está harta de la invasión del gordo de Navidad. Una invasión contenida por ahora. Según la encuesta realizada por Jetix entre 4.000 niños españoles, al 58% le «caen mejor» los Reyes Magos. Pero ya hay un 13% que prefiere a Papá Noel. «Es el momento de detener esta ofensiva», dice el cura navarro. Y el eco de su campaña resuena en todo el país. Los propios americanos se ven obligados a reconocerlo. Según una encuesta realizada por Disney Store, división de The Walt Disney Company, el 71,2% de las familias españolas elige los Reyes como la fecha más importante para regalar. Por razones religiosas, estéticas o simplemente sentimentales, los Reyes le ganan el pulso a Papá Noel. Los defensores de los Reyes Magos señalan al Papá Noel como un simple muñeco comercial (lanzado por Coca Cola con sus colores corporativos). Y hasta le califican de «una agresión globalizadora en forma de tipo gordo y barbudo con un ridículo gorro». En cambio, los Magos de Oriente son «multirraciales, elegantes y símbolos tradicionales de la Navidad». De nuestra Navidad. De la Navidad de toda la vida. Con turrón, mazapanes, villancicos y belenes. Y el Niño en el pesebre.